La jardinería comunitaria es una luz de esperanza en una sociedad en la que el aislamiento social y la marginación son dificultades persistentes. Cuando se menciona la jardinería comunitaria, a menudo lo que nos viene a la mente es el cultivo de plantas y plantones. Sin embargo, la práctica de la jardinería comunitaria no se limita a cultivar plantas, sino que tiene un amplio impacto en el fomento de los lazos dentro de las comunidades, especialmente en la inclusión social de grupos vulnerables y marginados procedentes de entornos desfavorecidos. La investigación ha demostrado que la jardinería comunitaria proporciona entornos inclusivos para los grupos socialmente aislados o marginados, como las personas con discapacidad, los inmigrantes y los ancianos, y mejora el capital social como el acceso de los grupos desfavorecidos a participar en actividades con fines específicos que contribuyen tanto a su bienestar como al buen funcionamiento de la sociedad y su economía. La horticultura comunitaria no sólo contribuye a proporcionar productos para el beneficio económico y el consumo, sino que también ayuda a fomentar un sentido de pertenencia entre los grupos vulnerables para encontrar oportunidades de continuar con sus habilidades agrícolas o cultivar verduras culturalmente específicas que no son fácilmente abastecidas por los tenderos locales.
Del mismo modo, los refugiados encuentran que la participación en la jardinería comunitaria influye positivamente en su calidad de vida al promover la confianza, la reciprocidad y el sentido de pertenencia. Este artículo de #Gardens4allproject explora cómo fomentar la inclusión social en la jardinería comunitaria para construir comunidades más fuertes y conectadas